Notas de viaje, martes 01 de agosto de 2000.
Nos levantamos a las 07:00, nos vestimos, liamos nuestros petates y bajamos a desayunar. No quedaba demasiado, algunos restos de pan, manteca y mermelada que despachamos en pocos minutos. Nos despedimos y bajando por la calle principal retomamos el camino que se internaba sepenteante entre los viñedos para desembocar un kilometro más abajo en un cómodo sendero vecinal. Continuamos la marcha, la fresca brisa de la mañana nos traía olor a vides y a hierba verde. Nos cruzamos con un pastor y su rebaño, con algunos peregrinos a pie y otros en bicicleta.
Nos levantamos a las 07:00, nos vestimos, liamos nuestros petates y bajamos a desayunar. No quedaba demasiado, algunos restos de pan, manteca y mermelada que despachamos en pocos minutos. Nos despedimos y bajando por la calle principal retomamos el camino que se internaba sepenteante entre los viñedos para desembocar un kilometro más abajo en un cómodo sendero vecinal. Continuamos la marcha, la fresca brisa de la mañana nos traía olor a vides y a hierba verde. Nos cruzamos con un pastor y su rebaño, con algunos peregrinos a pie y otros en bicicleta.
Rebaño de ovejas en el camino
Luego de un par de horas de marcha nos detuvimos a la sombra de un bosque de pinos a tomar agua y fumar un cigarrillo. Continuamos y a la hora entrábamos a Los Arcos, que nos recibió con una antigua fuente de piedra y una frase del Codex Calixtinus del bueno de Aymeric Picaud (hay que leer las increibles descripciones que hace este hombre de los vascones-navarros). Nos sumergimos en la calle Mayor y desembocamos en la plaza de la iglesia de Santa María donde había ya varios peregrinos refrescándose en la fuente (todas las plazas de todos los pueblos del Camino tienen una fuente con agua potable).
Peregrinos descansando en la fuente de la plaza de Santa Maria
Paramos a descansar en la plaza una media hora y continuamos un par de cuadras cortas hasta el albergue. Estaba cerrado, pero ya se había formado una cola de una docena de peregrinos así que decidimos esperar en la fila hasta mediodía (eran las 11:00) a que abriera sus puertas.
Conversamos de esto y de aquello con algunos peregrinos. Finalmente abrieron y pudimos dejar las cosas en la habitación. Nos tocó un cuarto con cuatro cuchetas que compartimos con una gallega que se fue a dar un refrescante baño a la piscina municipal del pueblo y un francés veterano de unos sesenta y algo que no habla nada de español y que luego de la ducha se acostó a dormir la siesta. Nos duchamos y salimos a procurarnos alimento y recorrer un poco el pueblo. Comimos, recorrimos, compramos postales y algunos rollos de película para las cámaras de fotos, tomamos algunas fotografías y fuimos hasta la oficina de turismo a indagar por algún tour guiado. Aparentemente hay uno a las seis de la tarde que se inicia en la plaza de la iglesia. Volvimos al albergue, el inglés (¿mencioné que el francés era inglés?) sigue durmiendo, la gallega sigue en la piscina, los patos (¿mencioné que había patos?) siguen bajo el puentecillo que cruza el río (¿y que hay un río, el Odrón, que cruza el pueblo?), todo tranquilo y sin novedad.
Fuimos, vinimos, esperamos un tour que nunca llegó, volvimos a ir, a venir, comimos unos bocadillos (croissants, jamón, queso, paté, manteca) que compramos en un almacén frente a la iglesia y fuimos a tomar fotos de la iglesia de Santa María. Barroca, construida entre los siglos XV y XVI, impresiona por la recargada decoración interior, el retablo principal (apabullante), el precioso claustro de estilo gótico y la sillería del coro (tallada en 1561). Asistimos a la misa de peregrinos, donde nos entregaron la bendición de los peregrinos (la misma que recibimos en Roncesvalles) y la oración (del siglo XII) impresa en una estampita con una imagen del apóstol Santiago el Mayor.
Jardin del claustro de la Iglesia de Santa María
Vista del claustro de la Iglesia de Santa Maria al atardecer
Luego de la misa volvimos al albergue, picoteamos alguna cosilla y nos acostamos temprano (a las 22:00 se apagan las luces y todo el mundo debe hacer silencio).
El inglés que había salido, volvió y se acostó a dormir.
La gallega, que había vuelto de la piscina, se acostó también.
Hoy caminamos bastante, a buen ritmo, y no nos resentimos para nada de nuestras lesiones, aparentemente estamos recuperándonos bastante bien. Mañana vamos a alargar la etapa a 20 km. para llegar hasta Viana y allí veremos (Logroño queda a 10 km. de Viana). Todo el mundo a dormir y hasta mañana...
El inglés se levantó medio caliente a las 22:30 porque la puerta del baño no paraba de abrirse y cerrarse.Me vuelvo a dormir...
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