Ultreia et Suseia

Este blog es antes que nada el diario de un peregrino en camino a Santiago de Compostela.
"Ultreia" (mas allá) era el saludo dado al peregrino en la edad media, al cual este respondía siempre "et suseia" (y más arriba), de ahí el título de este blog. Epítome de todos los caminos, el Camino de Santiago es un camino sin final y sin retorno cuya síntesis perfecta es precisamente "Ultreia et suseia".

viernes, 22 de febrero de 2008

02 - Saint Jean

Notas de viaje, lunes 24 de julio de 2000.

Nos despertamos tarde, a las 11:30, realmente estábamos rendidos por el cruce en avión. Hacía algo de calor - 25ºC - y de jeans y remerita salimos a recorrer Saint Jean. Todo el pueblo estaba lleno de turistas y tiendas de ropa, artesanías y demás. Parece que me equivoqué cuando anoche dije que por ser lunes íbamos a ver un Saint Jean más tranquilo. Es 24/07, estamos en la semana del apóstol, o sea que como en casi todos los pueblos de campaña, cuando es fiesta local hay joda toda la semana. Debe de haber al menos el doble de gente que ayer. Recorrimos la ciudadela con sus murallas de granito negro, el casco viejo con sus adoquinadas callejuelas medievales y sus casas de casi mil años habitadas por uno de los pueblos más antiguos y enigmáticos de Europa. Sacamos algunas fotos, la "Porte du Roy", la "Porte de Saint Jacques", el valle y demás.

Rue de la Citadelle

Fuimos a sacar nuestras credenciales de peregrinos y a registrarnos como tales, en el numero 39 de la rue de la Citadelle. La persona que nos recibió, una agradable francesa de unos cuarenta años, luego de darnos algunos consejos, un par de pines, y sorprenderse de que viniéramos de tan lejos, nos despidió entre sonrisas y palabras de aliento.

La asociación"Les Amis du Chemin de Saint Jacques - Pyrénées Atlantiques"

Luego paramos a comer alguna cosa en un bar sobre la plaza del pueblo, dos sándwichs de jamón serrano y queso de oveja, que eran casi media "baguette" cada uno y dos Pepsi (82 F y sumando).
Satisfechos nuestros estómagos, seguimos recorriendo el casco viejo, visitamos la iglesia de Saint Jacques en donde recé por primera vez en mucho tiempo. Antes de retirarnos, encendímos un par de cirios blancos y dejamos un óbolo de 1000 ptas. Luego buscamos el correo, compramos fruta en la feria del pueblo, buscamos el correo, compramos agua, buscamos el correo, compramos algunas postales, buscamos el correo, compramos una tarjeta de teléfono y tabaco, buscamos el correo y nos encontramos con una encantadora señora vecina de Saint Jean, quien se ofreció a indicarnos donde estaba "La Poste", y que resultó conocer no solo Uruguay, sino también Montevideo, donde su abuela había decidido vivir sus últimos días junto al amor de su vida en un lugar que había definido como "una maravilla". Fue la primer casualidad del camino. No sería la última sin embargo, ni la más sorprendente. Luego de separarnos en la parada del autobús, seguimos sus indicaciones y encontramos el correo. La placa de bronce en la puerta indicaba que el horario finalizaba a las 17:00 hs, mi reloj indicaba las 17:05, ergo esta cerrado. No pudimos enviar ni las postales ni mi carta. Trataremos de hacerlo desde Pamplona dentro de un par de días.

Iglesia de Santiago en la ciudadela de Saint Jean

De vuelta en lo de Mme. Etchegoine nos cruzamos un carrito de churros - tal cual los del Parque Rodó - y nos topamos con los famosos vascones. Parecen sacados de una caricatura de Quino, de baja estatura, piernas fuertes y algo arqueadas, torso grueso y manos robustas, rostro rubicundo y bronceado , nariz de boxeador, orejas desmedidas, y un espeso par de cejas que cruzan horizontal e ininterrumpidamente de una sien a otra, cuya finalidad, más allá de darles un aire extraordinariamente obcecado, parecería ser la de sostener la legendaria boina vasca. Achaparrados físicamente, no lo son en sus relaciones, que desbordan de gritos, risotadas, y demás exclamaciones por el estilo.
Una vez en la pensión le pedimos a Mme. Echegoine que nos levantara a las 05:30 y nos contestó que no había problema, que estaba acostumbrada a despertar peregrinos y que nos prepararía el desayuno por 20 F cada uno.
Dejamos las cosas en la habitación, nos duchamos y salimos a cenar. Comimos un par de sabrosas aunque ridículamente delgadas pizzas, con jamón, champiñones, aceitunas y muzzarella, todo regado con un aceptable tinto de la casa. Volvimos a la habitación, preparamos las cosas para mañana en la mañana. Se siente la excitación en el cuerpo, esta tarde le comentaba a Martín que habíamos planificados meses, cruzado un océano, conocido un nuevo continente, visitado Saint Jean, y aún no habíamos puesto un sólo pie en el polvo del camino...
Salimos de la habitación a las 00:30 para hablar por teléfono. Llamé a Ana pero no tuve suerte. Llamé a casa y hablé con papá - todo ok por el barrio -. Me quedé con ganas de escuchar la voz de la “chamita ”. Volvimos a la habitación y Martín se acostó a dormir y yo a escribir unas líneas en este improvisado diario de viaje. Mi reloj marca la 01:45, tengo que levantarme a las 05:30, pero no puedo dormirme… Mañana vamos a dar el primer verdadero paso en el Camino. Mañana es el día del apóstol Santiago. Mañana uno de mis sueños comenzará a hacerse realidad en uno de los días más importantes de mi vida. Mañana empezaré a hacerme preguntas viejas y a buscar respuestas nuevas. Mañana comienza un Camino que nos llevará hasta Santiago de Compostela, (y, aunque apenas lo intuía en ese momento, también hasta muy dentro de nosotos mismos). Mañana pisaremos por vez primera el "Camino de la Estrella".
Mañana…, Dios dirá.

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