Ultreia et Suseia

Este blog es antes que nada el diario de un peregrino en camino a Santiago de Compostela.
"Ultreia" (mas allá) era el saludo dado al peregrino en la edad media, al cual este respondía siempre "et suseia" (y más arriba), de ahí el título de este blog. Epítome de todos los caminos, el Camino de Santiago es un camino sin final y sin retorno cuya síntesis perfecta es precisamente "Ultreia et suseia".

viernes, 22 de febrero de 2008

06 - De Zubiri a Pamplona

Notas de viaje, viernes 28 de julio de 2000.

Nos despertamos perezosamente a las 10:00 hs. Mi pie se ha recuperado bastante poco por cierto y sentado a los pies de la cama no puedo dejar de mirarlo con cierto reproche acusador mientras Martín se baña.
Martín siempre se baña primero, escudándose en la tonta excusa de que yo demoro más que él.
- ¿ Y ? -, le digo yo.
- Y que entonces me baño yo primero -, me contesta, y sin más se mete en el baño. Convivencia que le dicen. En realidad no es tan grave, y yo aprovecho para dormir un rato más que él.

Martín sale de la ducha. Yo entro a la ducha. Martín se viste. Yo salgo de la ducha y me toca vestirme a mí.
Tiene toda la cama cubierta con sus benditas bolsitas de nylon. Comenzamos a descartar las cosas que vamos a despachar por correo. Yo amontono en un rincón las cosas que voy a cargar y en otro las cosas que voy a descartar. Martín mira sus bolsitas (ya no son todas de los supermercados Disco, ahora tiene algunas locales que estoy seguro que atesora en lo más íntimo de su ser). Me mira a mí y me pregunta que hace con esto o aquello, no sé para que me pregunta, yo siempre le contesto lo mismo - Dejálo -
- ¿ Y esto? - Dejálo - le contesto.
- ¿ Y esto otro ? - Dejálo también - le contesto.
- Siempre me contestas lo mismo -.
- Psé -.
- No sé para que te pregunto -.
- Ajá -.
- ¿ Y acá que tengo ? -, crich, crich, crich, examina la bolsita de nylon marrón. No lo hace abriéndola para ver su interior como haría cualquiera, sino que la palpa como un cirujano palpa el abdomen de un paciente antes de la operación. Con delicadeza, con tacto, con un aire de - Ajá, es lo que me imaginaba -. y no tiene la más remota idea de si son un par de slips, un par de medias, o lo que sea que haya en la maldita bolsita de nylon marrón.
- Martín, se hace tarde -.
- Claro vos tiras todo así nomás dentro de la mochila, total...-.
- Martín, lo hacemos en Pamplona -.
Cierro mi mochila, bajo a la recepción, pago la cuenta y consulto por algún servicio de autobús a Pamplona.
- Si, como no -, me contesta la recepcionista. - A las seis de la tarde ..., del lunes -. Hoy es viernes. Porqué carajo no hay autobus hasta el lunes, no lo sé. La miro, serio, a los ojos, y me voy a desayunar al restaurante del hostal.
Martín baja a los cinco minutos. Desayunamos y discutimos el problema del autobús. Existe un servicio de taxi hasta Pamplona por unas 3000 ptas., pero tenemos que hacer tiempo porque sale a las 13:30. Volvemos a subir a la habitación, terminamos de armas las mochilas y volvemos a bajar. Caminamos una cuadra corta hasta la plaza de la fuente y esperamos lagarteando al sol. Cuando llega la hora, tomamos el taxi ,una camioneta de tipo Van, y llegamos a Pamplona en poco más de veinte minutos. Buscamos una pensión y nos quedamos en una bastante céntrica con baño compartido a unas 5000 ptas. por noche -un asalto descarado que no estamos en posición de discutir-. Dejamos las cosas en la habitación, no sin cierto recelo y salimos a comer algo.


Fuente en el centro de Pamplona, a la salida de la peluquería del vascón.

Todavía me cuesta mucho caminar, asi que luego de comer algo en uno de los bares de la Plaza del Castillo, volvimos a la habitación y dormimos poco más de 1 hora. Volvemos a salir a media tarde para tomar algunas fotos y conocer un poco la ciudad. En una oficina de turismo, preguntamos por un tour pero sale en 15' desde la Catedral a varias cuadras de distancia y decidimos dejarlo para el sábado. Fuimos hasta el correo y compramos un caja para enviar las cosas descartadas de vuelta a casa y estampillas para las cartas y postales. Comimos alguna cosilla en los bares de la plaza y de vuelta a la pensión a dormir otro rato. Volvemos a salir a las 20:00, buscamos un lugar para enviar y recibir mail, pero nadie sabe nada al respecto, intentamos comprar una tarjeta telefónica pero los estancos (kioskos) estan cerrados.
Me quedo con ganas de hablar con Ana, hoy es 28. Recorremos otro poco y de vuelta a la pensión.


Paseo de Zarate en Pamplona (la patita adelantada, esa es la que me duele).

Martín está bastante desanimado con el progreso de su rodilla, yo trato de darle ánimos y llego a decirle que de última podemos alquilar un par de muletas o bastones canadienses. Me mira como si estuviera loco. Me dice que en todo caso puede hacer el resto del camino en autobús y yo seguir solo a pie. Le contesto que de ninguna manera, que de cualquier modo que lo hagamos vamos a hacerlo juntos. Me contesta que si estoy molesto puedo insultarlo a gusto porque estoy en mi derecho. No le contesto nada. Después le digo que podemos quedarnos otro día más en Pamplona, que es una ciudad tan linda e importante y mañana decidimos. No dice nada, pero sé que ya le gané. Mañana lo saco a pasear para que conozca la ciudad y camine un poco, y listo el pollo.
Conversamos un rato más, hacemos algunas bromas, y al sobre a eso de las doce más o menos.

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